El penúltimo día que estuve en México a finales de 2007, Augusto me llevó a Coyoacán y juntos conocimos la casa-museo de mi querida Frida Kahlo, y ya allí besé varios árboles de su Casa Azul.
Ahora tocaba ir a la casa-estudio de San Ángel, en la inmensidad del mismo DF. La famosa casa del puente de Diego y Frida, que el arquitecto y amigo Juan O'Gorman diseñó para que con-viviesen juntos pero no revueltos: él en la casa roja, y ella en la casa azul.
Nuevamente fue impresionante ver in situ todo ese mundo de Kahlo y Rivera que tanto estudié en mis últimos años de universitaria. Las casas, los colores, las figuras prehispánicas, las pistolas, los jabones, los pinceles, los caballetes, las escaleras, los cactus...
Allí besé un árbol del jardín imaginándome que también puedo tener unas cejas-ave y alcanzar a las ramas más altas.
Una vez más estaba dispuesta a besar a los cactus, a pesar del los primeros besos espinados.
Al acabar la visita salimos y no quise irme sin besar el original cierre de esta casa-estudio, que no es ni de madera ni de piedra ni de forja, si no de unos cactus muy especiales, protectores y protegidos *.
No se podían agarrar como un tronco normal porque se movían y te pinchabas (y más pinchazos en mi día a día, pues no, por favor).
Pero con cariño y mucho cuidado, lo logré y los besé. Fue el miércoles 9 de diciembre de 2009, en esquina c/Diego Rivera con c/Altavista, en la colonia San Ángel Inn, en DF (México).
No hay comentarios:
Publicar un comentario