Hace justo 4 diciembres que me detuve delante de este árbol sin saber ni siquiera su nombre. Llevaba tiempo en que había comenzado a observar con más detalle cada árbol que elegía para besar. Me puse a investigar y enseguida descubrí que se llama gingko biloba y que es, entre otras cosas, mágico.
El día 5 de diciembre de 2016 pasamos de casualidad por allí, me detuve ante ese esplendor amarillo y elegí el gingko que está más al centro de esa zona del parque Miguel Hernández (Vilagarcía de Arousa) y el 6 de diciembre de 2016 fuimos a propósito para besar al otro que está más camufaldo al final, porque lo había visto después y no quise dejarlo sin beso. Y el destino quiso que fuesen los últimos besosdearbol de 2016.
No solo me fascinó su peculiar tonalidad amarilla, si no también la textura y el dibujo de sus hojas, que siempre que las veo, imagino mariposas amarillas volando que me llevan a Macondo. Al punto de que casi un año después hice un retrato de gingko inspirada en este par de ejemplares besados e inolvidables, que iluminó el mes de diciembre del calendario_2018 y que desde hace un tiempo, la ilustración original está en casa de una muy buena mecenas.
Desde entonces, lo observo y distingo por cómo se mantienen sus ramas desnudas super rectas en invierno, cómo brotan en primavera y cómo están super verdes en verano. Gracias gingko.
Fotos: A.Metztli y Marthazul.
* Si quieres participar envía tus fotos besando/abrazando árboles a besosdearbol@gmail.com
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GRACIAS por ayudarme a seguir cuidando este bosque de árboles besados por el mundo.
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Hojas volando :)