Salimos corriendo de la Casa Azul porque parece ser que para algunxs habitantes de Ciudad de México todo tiene que ser con reserva y pocas improvisaciones, aunque después en redes muestran todo lo contrario. De camino a un supuesto super restaurante cruzamos por el centro de Coyoacán. Hicimos un selfie para recordar viejos tiempos y seguimos a quienes en ese momento considerábamos mucho más que nuestros anfitriones. Pero me detuve un momento, porque entre las prisas me impactó ver en directo a un grupo de gente que estaba manifestándose pacíficamente para exigir justicia por todxs los desaparecidos y que tristemente no encuentran solución ni apoyo. Sin gritos ni pancartas escritas con furia, con pañuelos bordados en homenaje a sus desaparecidos e infinita sensibilidad.
Besé estos árboles, uno tan alto y otro tan su-frido, en el Jardín Centenario de Coyoacán (Ciudad de México; México) el domingo 20 de marzo de 2016 mientras nos dirigíamos a comer plácidamente a un lugar donde no hubiera entrado por gusto y presupuesto propios. Un espacio a varias alturas desde donde puedes contemplar la intensa variedad social y colorida de México, y donde nos acompañaba el son de los Orishas.
Y mientras, familiares de desaparecidxs se manifestaban pacíficamente con sus pañuelos bordados exigiendo una justicia que parece no llegar...
Fotos: Augusto Metztli
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GRACIAS por ayudarme a seguir cuidando este bosque de árboles besados por el mundo.
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