lunes, 6 de octubre de 2014

Entre ramas de O Castriño

Era junio de 2010 cuando supe, a través de una gran colaboradora del proyecto, que este árbol se había caído, pues Andy quien se trepó a él para despedirlo como se merece. 

Era septiembre de 2011 cuando fuimos a pasear por el Castriño y nos encontramos con el mismo cadáver tirado.


Era presagio de que a las autoridades que nos des-gobiernan desde entonces les importan bien poco los árboles.
Era una escena impresionantemente estremecedora. 

Una extraña impotencia. Un ejemplar tan grande, tan lleno de raíces, con las hojas tan verdes, y nadie acudía a su urgencia.

Así era el paisaje del Castriño por aquel entonces.

Árboles que se convierten en puente o pasatiempo después de caerse.

Si mirabas hacia arriba podías ver estos árboles tan erguidos.

Si mirabas a la izquierda veías el lago lleno de verdes.

Con algunos pececillos y figuras enigmáticas en algún tronco.

Si caminabas un poco hacia la derecha te sorprendía un hermoso acebo,

que anunciaba villancicos desde la raíz.


Al salir, siempre está bien recordar los reflejos del Muro de luz y agua, que pinté en 2007, y que sobrevive a pesar de la poca vida que le auguraba el ¿compañero? de muro de al lado. Los besos de este paseo en el próximo capítulo (gracias por la espera).

Fotos: Marthazul y A.Metztli

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