Retomo las publicaciones pendientes de 2015 y llega el turno de este beso coruñés y musical. Lo recuerdo como un paréntesis luminoso entre un mareo extraño en la panadería, presagio de un inolvidable estrés invisible que días después me hizo dejar de comer, usar 3 camillas en la sala de Urgencias del Salnés, y salir con la misma dolencia y más dudas sobre el personal/sistema médico.
Besé este discreto magnolio antes de subirnos al tren de regreso. Fue el jueves 27 de agosto de 2015 en el jardín que hay entre la estación de Renfe y las calles Joaquín Planells Riera y Ronda de Outeiro en A Coruña.
Fue una escapada de apenas 24 horas, de un agosto que terminó muy otoñal, donde dejamos un cuadro firmado y otro por firmar. El día anterior pudimos desconectar, empapándonos para entrar en sintonía con algunas de mis canciones lluviosas favoritas, y viendo lo de tantos años desde una posición diferente y mucho más agradable y profesional. Desde entonces tengo ideas apuntadas porque fue algo demasiado inspirador, sinfónico, inolvidable, incendiado e invisible... De esos momentos que marcan un antes y un después muy definidos. Gracias totales a quienes me cuidaron tanto.
Fotos: A.Metztli y Marthazul