En nuestro viaje a México hicimos una mini escapada, soñada y necesaria, a Oaxaca. Después de ubicarnos en una ciudad nueva para los dos, nos sorprendió que anochecía muy pronto, y decidimos hacer una parada en un café muy chulo. Allí pedimos dos americanos y compramos unas probaditas para compartir aquí. Pero antes de irnos quise besar a este árbol espinado, que estaba al lado de nuestra mesa, y que con la oscuridad de la noche apenas se percibía su apariencia real. Si lo mirabas hacia arriba su tronco era liso, pero hacia abajo le salían pinchos, como espinas de autodefensa. Como las ventanas del convento de Santa Rita, o como alguien herido y quemado, que ya no quiere que nadie se le acerque para evitar más daños.A pesar de todo, lo quise besar. Sé que no le dolió, y a mí tampoco, porque los gestos de cariño sinceros pueden ser curativos. Le dedico este beso a Al, por pedir actualización de besosdeárbol, y por el café que tenemos pendiente, y sus fotos.
Fue la noche del lunes 14 de diciembre de 2009, en el café La Antigua "El lugar de las personas", en la calle Reforma del centro histórico de Oaxaca (Oaxaca; México).
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