Entre lo ficticio de toda boda clásica, y un montonal de fotos de los novios con la gran familia, me trepé para besar un árbol y dejar una huella de amor en un día especial para gente especial y querida. Con melena de colores, ropa frutal, bolso de Lupitas, y bomba de insulina besé este gran árbol en el atrio de la iglesia de A Pastoriza en A Coruña (agosto de 2011) antes de que nuestro viaje a la niebla lo cubriera todo.
Fotos: A.Metztli
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