Los días que estuvimos en Oviedo cruzamos siempre el parque de San Francisco, pero la última mañana la dedicamos a pasearlo por todos sus caminos. Nos encantó el estanque (micro-mundo acuático) con la gran variedad de su fauna.
Esta foto es un fiel reflejo de nosotros dos, o de Roque y Rita, con las dichosas palomas que siempre te acaban rodeando, y recordando que pronto volveríamos a la terriña, al pueblo donde toda la mierda se cae...
Desde pequeña no veía cómo convivían patos, con cisnes y pavos reales.
Me sorprendieron gratamente la cantidad de letreros
donde explicaban las diferentes variedades de plantas y árboles.
Con dedicatorias, nombre latino, lugar de origen...
Cada árbol era un descubrimiento, si no era por lo ancho, era por lo alto,
sus hojas, su tronco y sus habitantes, con sus casitas.
Evidentemente, no rayamos ningún nombre en ningún tronco,
simplemente los llené de besos.
Es muy gratificante ver cómo más gente admiraba los árboles
entre familia y amigos.
Un olivo centenario...
Un árbol torcido con bastón de forja grafiteada...
Sabíamos que no era el único árbol lisiado
porque este otro lo había besado Deborah
y un año después pudimos verlo en directo y besar al árbol-puente.
Fotos: Mayam
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